Antes se decía que los alimentos se componían de glúcidos prótidos y lípidos, y siempre se supo que algunos alimentos son más energéticos y otros son más estructurales.
Claro que un tipo fuerte y musculoso comía comida de hombres fuertes y alguien más delicado comía también de acuerdo a su naturaleza y objetivos.
No es milagro, que si alguien intuitivamente tiende a alimentarse en forma correcta, con lo que alguien que no sabe de macros ni de calorías acabe teniendo ambas variables razonablemente ajustadas. Esto es porque justamente las proporciones y cantidades de macros y calorías se basan en estudios estadísticos.
Existen, en la optimización matemática de un proceso, dos estrategias básicas:
1) teniendo un modelo a priori, optimizar el objetivo de ese modelo adecuando las cantidades de cada una de sus variables
2) sin conocer el modelo, partir de una situación plausible e ir mejorando por sucesivos ajustes, modificando gradualmente cada variable según respuesta obtenida.
Ambos métodos, y sus combinaciones, son válidos, en particular cada uno puede tener sus dificultades.