El cine Español y el bolsillo del contribuyente

ismaele00

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En el debate sobre la aplicación de la Ley de Cine -además de las propuestas de un lado y protestas del otro-, sería interesante que el contribuyente de a pie tuviera acceso a ejemplos concretos sobre lo que se está discutiendo. Al fin y al cabo, su dinero sirve para financiar una industria de la que, al menos idealmente, él es usuario y receptor último.

Los miembros de la profesión se lamentan del descrédito general que ésta sufre. Argumentan que los sectores automovilístico y agrícola están protegidos y nadie se queja. Muy cierto, pero los tomates y coches están en la calle. En cambio, si comparamos la cifra de películas subvencionadas anualmente con la cifra de películas difundidas los números no cuadran. ¿Dónde están esas obras que hemos contribuido a financiar y no vemos?

Vaya por delante que hay muchísimos productores honorables, profesionales magníficos. Pero también abundan los vividores que medran a costa del erario público y de los esforzados trabajadores de la industria. A estos productores de pacotilla les gusta navegar bajo el pomposo título de "independientes", carta de nobleza que demasiado a menudo esconde una notoria falta de escrúpulos. Expondré un caso reciente. Su secuencia de acontecimientos, por extravagante que parezca, ilustra la realidad de bastantes películas españolas.

El productor descubre un guión. De momento no lo paga, está descapitalizado y además el autor, guionista y director, es un desconocido; bastante favor le hace gestionando su obra. El proyecto, cuyo presupuesto supera los dos millones, consigue todas las subvenciones posibles: TVE, avance sobre taquilla y Eurimages. Para acceder a esta última ayuda es condición indispensable que haya otros coproductores europeos. Aparecen dos, se firman contratos estipulando aportaciones y porcentajes a repartir: 20% para uno, 10% para el otro.

La película se rodará en Barcelona, nada más lógico que pedir también la subvención de la Generalitat. El coproductor local que realiza el trámite debe ser titular del 50% de la película. Ningún problema, de nuevo se firman contratos y reparten porcentajes. Se les ocurrirá, igual que a mí, que a estas alturas ya hay mucho fragmento de película desparramado por ahí. Pero sigamos.

Con la documentación de las ayudas concedidas, el productor va al banco y éste le adelanta dinero mediante créditos avalados por las instituciones y los socios coproductores. Recordemos que él no tiene dinero.

Empieza el rodaje, poco después la estrella protagonista amenaza con irse, no ha cobrado. Aterriza un nuevo, flamante coproductor. Se firman otros contratos y esparcen más porcentajes. Asombroso. Pero continuemos. Algo más tarde es el gerente de la sala de montaje quien avisa al autor: hasta el presente no ha cobrado y duda que el futuro traiga nada mejor. En la sala de efectos especiales se repite la melodramática escena. De improviso brotan deudas en cascada, los laboratorios bloquean el material, el proceso se atasca. A veces llegan noticias del productor, diversos reportes lo sitúan en interesantísimos y lejanos mercados: Los Ángeles, Tokio...

Cuando el autor, que tampoco cobra, consigue pedirle explicaciones, reacciona como lesa majestad ofendida. El autor ha hecho "su" película, contento debería estar.

Por fin, tras meses de angustias y sobresaltos sale la primera copia, proeza lograda gracias a la intervención de los coproductores catalanes y al previsible voluntarismo del susodicho autor que, aterrorizado, ve cómo años de trabajo se están yendo al garete.

Algunos impagados presentan denuncia y el juzgado ordena el embargo de bienes de la productora. No los hay. El productor tiene otras empresas pero su mano derecha no sabe lo que hace la izquierda y ninguna de las dos paga.

Los socios coproductores se inquietan. Presionan, le exigen que estrene, de otro modo no se materializan las subvenciones. Pero él ya no tiene dinero para estrenar. Anuncia entonces que la obra es fallida y no gusta a nadie, el negocio ha fracasado y toca asumirlo con humor. Lo del humor se aplica a los acreedores y a quienes depositaron avales bancarios. Porque él, rebobinemos, no ha puesto un euro.

Intervienen abogados, los contratos ven la luz. En un alarde creativo sin precedentes el productor ha pulverizado el sistema decimal repartiendo el 140% de la película. Los acuerdos firmados son dobles, triples, unos destinados a las instituciones, otros "internos". La confusión es mayúscula y no se consigue desentrañar quién tiene qué, cuánto, cómo y por qué.

Acorralado, amenazado con una querella por uno de sus propios socios, el personaje trompetea que es un "independiente", una víctima del sistema. Está profundamente dolido, nadie le entiende. A la vista de tanta incomprensión se proclama harto y cede la totalidad de la película al socio en cuestión. Se firma otro contrato del que se desconocen términos y porcentajes.

En realidad, hace tiempo que él se despreocupó de la obra. Hizo su negocio antes, con los créditos respaldados por avales ajenos. Ahora la película es mero campo de batalla en el que inversores y acreedores intentan salvar sus dineros. Tan sólo el autor sigue interesándose -inútilmente- por ella. Sobre su trabajo se ha construido el turbio andamiaje pero él es un peón irrelevante.

Entretanto, los coproductores catalanes deciden estrenar para rescatar la subvención de la Generalitat. Ya han perdido mucho dinero en intereses y lo hacen en precario: sólo cinco cines, cero publicidad. Pero en una conocida y céntrica sala de Barcelona la película aguanta tres meses y medio en cartel, un milagro dadas las condiciones. Se podría pensar que tras este prometedor despegue se difundirá en el resto de España. Todo lo contrario, se volatiliza. Hasta que -oh sorpresa- unos meses después reaparece súbitamente en las cifras oficiales de taquilla. Y, más sorprendente aún, está arrasando. Nadie ha oído hablar de ella, ni siquiera el autor sabe en qué remotas salas y horarios se proyecta, pero es un hecho que cada semana recauda una hermosa, redonda cifra, siempre idéntica. ¿Otro milagro? Lo cierto es que el dinero del avance sobre taquilla sólo se concreta cuando la película ha hecho un número determinado de entradas. En semejante tesitura, puede que el productor haya considerado más rentable -y seguro- comprar directamente esas entradas antes que despilfarrar el dinero en algo tan peregrino como es la promoción de la película. En conclusión, la habremos financiado todos pero muy pocos tendrán la oportunidad de verla.

El disparatado sainete es resultado de un sistema de ayudas que sin un control estricto tiene efectos doblemente perversos. Primero, facilita que productores fulleros trapicheen con el dinero público. Segundo, condena muchas películas al olvido pues ninguna, buena o mala, llegará al espectador si no se ponen los medios adecuados para ello.

La situación no invita al optimismo aunque últimamente se perfilan señales esperanzadoras. Los sindicatos de trabajadores del sector -ALMA, TACE- se han reactivado, y parecen llegar ciertos movimientos sísmicos con epicentro en el ministerio de Cultura. La ministra Ángeles González-Sinde es autora, probablemente no ignora los entresijos de estos burdos embrollos. Esperemos que el señor Ignasi Guardans, al frente del ICAA, sepa imponer filtros severos y mecanismos rigurosos para abortar operaciones que desprestigian a la totalidad de la industria cinematográfica. También sería deseable que los damnificados de turno denunciaran sin demora los impagos y actividades fraudulentas que detecten. Hay que perder el miedo y obviar la usual advertencia de ribetes mafiosos, esa cantinela que reza "tú no trabajarás más".

Por último, los productores honestos deberían tener el máximo interés en que desaparezcan de la circulación los que son todo lo contrario. Para ello hay razones de orden ético, pero también práctico. Una operación de saneamiento a fondo no sólo beneficiaría al sector, caótico y viciado, sino que además rehabilitaría su imagen frente a una opinión pública muy sensibilizada, harta de que se inviertan sus impuestos en tejemanejes más que sospechosos.

Fuente: ElPaís --> El cine Español y el bolsillo del contribuyente
 
A pesar de ser un gran defensor del cine español, tengo que decir que es una auténtica vergüenza que no se lleve un ferreo control sobre las subvenciones otorgadas para este sector. Es patético que salga rentable crear una película y no estrenarla.

Obviamente en todos los campos subvencionados hay trampas y aprovechados, pero eso no es excusa y la limpieza debe exigirse tanto en unos como en otros.

Yo apoyo el proteger a la industria del cine, pero las cuentas claras.

También decir que en este tema hay mucho sensacionalismo e intereses creados para atacar al sector en cuestión.
 
Yo no apoyo a la industria del cine. Porque no es más que eso, una industria. La apoyaría si pudiera ir gratis a los cines a ver películas españolas, al igual que apoyo la educación porque cuando tenga hijos podrán ir gratis al colegio. Pero mientras haya gente que se haga rica a costa de mis impuestos, no voy a apoyarles. Porque todos esos que viven de las subvenciones no se conforman con un pisito a las afueras de la ciudad y un Seat Ibiza, no. Con el rollo de la cultura, algunos se están llenando los bolsillos que es un gusto. Pero en este país, ir de cultureta siempre se ha visto como algo distinguido, y parece que aquí, si dices que te gusta el fútbol y las pelis de Torrente y no vas al teatro en tu vida, no sabes hacer la O con un canuto.

Ahora, los de la música han sacado el slogan "La música es cultura, la música es empleo", parece que con el objetivo de meter en la cabeza a la gente que si pirateas, eres un cazurro que encima te estás cargando puestos de trabajo. No te digo yo por dónde me voy a pasar ese slogan. Los que me cobran un canon por el CD virgen que utilizo para grabar mis fotos me merecen el mismo respeto que el que me quita la cartera a punta de navaja. Pero claro, unos ponen la excusa de la cultura, y los otros no, y parece que a los de la cultura les tengamos que reír el robo.

Y esto que digo va para todos los gobiernos, no sólo los socialistas, que con Aznar también se hicieron sus chanchullos. Por cierto, ¿si al grupo PRISA le hubieran concedido las licencias para la TDT de pago, El País hubiera publicado este artículo? Me juego el cuello a que no.

Saludos
 
Si se gastasen ese dinero en apoyar otros sectores muchas familias hoy podrían vivir dignamente en vez de estar pendientes del paro.
 
pues yo soy de la opinion que de cuentas claras nada,ni un duro al cine español,que lo hagan todo por lo privado
 
¿Y eso lo pensais solo para el cine o para cualquier sector que tenga subvenciones?
 
pues yo soy de la opinion que de cuentas claras nada,ni un duro al cine español,que lo hagan todo por lo privado


Yo tb pq para la mierdas q hacen el 99% de las veces...lo yo haria a lo mejor es, primero q la hagan por lo privado y si la peli es buena tiene el favor de publico y buena critica de expertos, vamos un peliculon, como por ej la ultima q he visto Celda211, pues despues darle la subvencion para q siga haciendo cine el creador..ahora subvencionar mierdas de cualquier gafapasta bohemio no señor, para eso q lo gasten en otras cosas mejores.
 
¿Y eso lo pensais solo para el cine o para cualquier sector que tenga subvenciones?

Es que yo pienso que las subvenciones está para potenciar sectores que sean deficitarios pero que se subvencionen con vistas a apoyarlos para que dejen de serlo algún día.

Y claro, para eso sólo hay una manera, en el caso del cine, que es hacer productos de calidad. Y a lo mejor hay que subvencionar productos de calidad y no cualquier película.

Porque sino nos encontraremos con que tendremos que ir al cine a ver cualquier bodri obligados para que nuestros impuestos dejen de servir para que cuatro espabilados se forren el riñón a nuestra costa.

Así que si hay que subvencionar el cine, que no sea a perpetuidad, vamos, digo yo. Y así igual se ponen las pilas los señores del cine. Que para vivir de la sopa boba ya están los políticuchos de turno.
 
¿Y eso lo pensais solo para el cine o para cualquier sector que tenga subvenciones?

Hay sectores que me parece que deben ser subvencionados, y otros que no. Si pones sectores de los que quieras que hablemos, puede salir un debate muy interesante. De momento, estoy de acuerdo con el resto de foreros que han participado, jejeje

Saludos!
 
y porque si elcine español es subvencionado las entradas no valen menos que cualquier otra pelicula de fuera de españa? es que manda huevos
 
y porque si elcine español es subvencionado las entradas no valen menos que cualquier otra pelicula de fuera de españa? es que manda huevos

Buena pregunta. Supongo que tendrá que ver con que el dueño del cine se lleva un porcentaje de la taquilla, así que no creo que le interese poner las entradas más baratas. Por otra parte, los cines tienen obligación de emitir un porcentaje de películas españolas, ¿no? A mí al menos me suena que existe una ley así.

Saludos
 
Buena pregunta. Supongo que tendrá que ver con que el dueño del cine se lleva un porcentaje de la taquilla, así que no creo que le interese poner las entradas más baratas. Por otra parte, los cines tienen obligación de emitir un porcentaje de películas españolas, ¿no? A mí al menos me suena que existe una ley así.

Saludos

Debe existir pq sino muchos cines ni se plantearian poner españoladas en pantalla..
 
Bueno, es que parte del problema, supongo que debido en parte al mínimo control y exigencias para conseguir una subvención, es que se hacen demasiadas películas en este pais.
Se hace cine muy bueno en España, pero muy bueno, lo que sucede es que entre toda la basura que se hace llega al punto de que el cine de calidad pasa desapercibido.
Es complicado articular subvenciones en este campo. Por un lado es imposible valorar a priori la calidad de una película simplemente por un esbozo de guión. ¿Cuantos guiones simplones o directamente ridículos se han llevado a la pantalla de un modo magistral?
Por otro lado no es tan sencillo decir "Este tio ha hecho esta buena película, así que el se lleva la subvención". Esto penaliza a los nuevos valores que aún no han podido demostrar nada en favor de directores que con uno o más exitos a sus espaldas necesitan menos ayudas para seguir trabajando. También perjudica a los directores arriesgados que innovan. Además la taquilla no siempre es un buen indicador de la calidad.

En mi opinión no se trata tanto de abandonar las ayudas sino de penalizar a quienes ni siquiera estrenan sus películas o quienes hacen apaños del tipo comprar ellos mismos todas las entradas. No creo que sea tan complicado llevar un cierto control de este tipo de estafas. Un estreno en un cine es un acontecimiento público y facilmente medible.
 
En mi opinión no se trata tanto de abandonar las ayudas sino de penalizar a quienes ni siquiera estrenan sus películas o quienes hacen apaños del tipo comprar ellos mismos todas las entradas. No creo que sea tan complicado llevar un cierto control de este tipo de estafas. Un estreno en un cine es un acontecimiento público y facilmente medible.

Ahí radica el problema, que las subvenciones y las estafas van muchas veces de la mano en este país. Tengo amigos en Castilla y León que me cuentan que hay terratenientes que plantan cosechas en sus campos con la única misión de llevarse la subvención, y que ni siquiera cosechan lo que han plantado, simplemente es para conseguir el dinero fácil. Recuerdo que hace años, salió el caso de la duquesa de Alba que se llevó 400 millones de las antiguas pesetas en subvenciones de ese tipo. Por eso te decía unos posts atrás si querías que entrásemos en el tema de las subvenciones en otros campos que no fuese el cine.

Y lo de las ayudas al cine, es un escándalo, se mire por donde se mire. Se llevan dinero por tres sitios: Con las subvenciones oficiales, con la ley que obliga a los cines a poner un mínimo de películas españolas (que al fin y al cabo es una ayuda), y con el canon de la SGAE. Siendo así, ¿para qué van a calentarse la cabeza pensando cómo ofrecer algo que agrade al espectador?

Por cierto, en este último post tuyo sí que estoy de acuerdo contigo: habría que llevar un control férreo sobre todo aquello que se subvenciona. Aunque sabiendo cómo van las cosas en este país, el mamoneo seguiría igual, simplemente que habría una boca más (o varias) a alimentar: el "controlador de subvenciones", o como quisieran llamar a la figura que se crearía para controlar el asunto. Así que casi mejor que lo dejemos como está.

Saludos!
 
una buena pregunta seria,tiene sentido subvencionar un arte que no tiene publico?

El caso es que si tiene público. Más o menos pero lo tiene, y este año ha habido unas cuantas películas españolas con un éxito brutal.
 
no,no tiene publico,aunque haya dos o tres grandes taquillas al año el resto es de risa,por no hablar de cuando intentan hacer pasar por españolas co producciones como el reino de los cielos
 
Para ver la mayoría de las películas patrias debería ser suficiente con presentar el DNI, una copia de la declaración de la renta y pagar un euro por gastos uso de la sala.
 
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