Que los de la foto son niños. Y los niños se ponen el pie detrás de la nuca en cuanto se lían un poco con tantas extremidades.
Aunque en mi gimnasio, que dan clases de danza, he visto a gente haciendo cosas inverosímiles en las espalderas. Si un tríceps grande genera envidia, os aseguro que eso que hacen con las piernas también. Como Van Damme, pero poniendo los huevos en la pared y sin darle importancia. Podrían clavar una alcayata a tres metros de altura dando golpes con el talón. Hasta hay un señor que ya pinta canas que parece que no tiene esqueleto. Ni moderación en el vestir, porque esas mallas de satén violetas y esa camiseta de rejilla... ¿os he contado ya que mi gimnasio es muy gay? Pues este señor no parece gay, parece que le han sacado de Rocky Horror Picture Show.
Así que llego a la conclusión de que no hace falta cortarse los abductores, sólo entrenar en flexibilidad. Tampoco creo que haga falta quitarse las costillas. Ambos mitos generados por la envidia.