Napoleón2
Vulpes vulpes
Me he registrado hace poco en el foro y me gustaría compartir con vosotros la forma en la que el deporte ha cambiado a mi vida a mejor, hasta el punto de sacarme del hoyo en el que me encontraba psicológicamente.
Hace algunos meses me diagnosticaron ansiedad severa y fobias de impulsión. Eso significa que mi cuerpo y mi cabeza estaban constantemente en alerta, constamente ansiosos. Tener fobia de impulsión es sentir durante todo el día lo que sentiría un aracnofóbico al ver una araña, por poneros un ejemplo. Este tipo de enfermedades -las psicológicas- no son visibles y suelen llevar a la gente a la peor de las depresiones porque se sienten rechazados y sobretodo incomprendidos. Para otra persona, es fácil comprender el sufrimiento de alguien por una rotura visible, pero no entender una "enfermedad mental".
La exclusión y el aislamiento, fruto de la incomprensión propia y de los demás, hace que además de caer en depresión, las personas que lo sufren entren en un tipo de psicosis que les aleja cada vez más de la realidad. Se estima que más de un 80% de las personas que han tenido ese cuadro psicológico han tratado alguna vez de suicidarse o de auto-dañarse.
Yo trabajaba en una empresa pequeña en el departamento de finanzas, relación con los bancos y cobro a clientes. Ningún problema en el trabajo, ni tampoco sentimental; vamos, ninguno diferente al resto de los mortales. Poco a poco empecé a notar como ideas muy negativas surgían en mi cabeza, pensamientos sobre muerte, paranoias... Hasta que estos pensamientos se apoderaron de mi cabeza hasta el punto de sentirme completamente "esclavo" de esas ideas. Era, además, prácticamente incapaz de entrar en lugares cerrados, pero tampoco me sentía a gusto en lugares abiertos muy concurridos. Por la noche apenas dormía, y si lo hacía tenía pesadillas que me duraban casi incluso una vez despierto. Sin apenas dormir, trabajar era imposible y me dieron la baja indefinida tras un gran ataque de ansiedad por el que tuve que irme a urgencias (donde los calmantes tipo lorazepam no me hicieron ningún efecto, por ejemplo).
Yo sentía que vivía en una carcel de huesos y carne, me faltaba el aire y mi corazón parecía intentar salir de mi cuerpo. Mi cabeza pensaba de forma espiral y compulsiva, a veces con lucidez y otra con paranoias sin sentido. No podía soportarlo y sólo tenía dos opciones: o "irme de este mundo" o luchar. Decidí lo segundo, no por mí, sino por la gente que me quiere y a la que yo quería.
Asistí al mejor psiquiatra que me recomendaron, me sinceré con todos aquellos familiares y amigos a los que de forma inconsciente había hecho algún tipo de daño (nada físico, sino más bien haberles fallado) y junto a mi psiquiatra trazamos un plan de vida de cartujo o espartano: medicación para controlar la serotonina (los niveles los tenía descontrolados) y sobre todo un plan que se basaría en un horario estricto y ejercicio físico. Las endorfinas jugarían -y juegan- un papel fundamental en la salud mental de las personas, y estas se segregan en grandes cantidades cuando uno hace deporte.
Me levantaba (y me levanto, sigo con mi plan, es una batalla a largo plazo) a las 7 de la mañana, desayunaba (cosa que jamás hice antes, era un comedor compulsivo de mierda aunque jamás fui gordo) y me iba al poco rato a correr durante 30 minutos. Luego, tras un descanso, me iba/voy a nadar. Luego me recomendó lecturas sencillas (porque siempre tendí a leer filosofía y política y eso al parecer no era bueno para este -mi- momento), comer acompañado (normalmente con mi abuela, una gran mujer de 95 años que sigue igual de inteligente y guapa que cuando era joven) y luego la tarde para hacer más o menos lo que quisiese, como pintar al óleo que es una de mis pasiones (pero que tomada de forma obsesiva-compulsiva podría reactivarme el desorden). Tras pintar, realizo ejercicios con pesas en casa y ya sobre las 11 de la noche vuelvo a correr media hora.
Sí, sé que seguramente mi entrenamiento sea deportivamente hablando un desastre, por eso me inscribí aquí (además de actualizar mi ficha en el gimnasio que tenía medio abandonado). Sin embargo el hecho de hacer deporte me ha hecho sentir de nuevo "vivo". Cada vez que corro mejor, cada vez que siento que estoy en forma y que mi cuerpo me acompaña, me siento más vivo. Cada vez que supero pequeñas metas, tengo más ganas de vivir. Puedo decir, sin vacilar, que el deporte (y mi voluntad) me han salvado la vida.
El deporte es voluntad y superación, es la piedra base con la que se hacen grandes obras para el hombre. Más allá del resultado visible, más allá de la belleza, está el afán de ser mejores a través de unos mismos.
El deporte me ayudó a controlar mis horarios (dormir de noche, vivir de día, madrugar y no acostarme tarde), a controlar mi comida (ni saltarme comidas, ni comer mierdas o en exceso o compulsivamente)... En definitiva, a ser persona. Y esto no lo dice un fanático innato del deporte (aunque en el pasado practiqué hockey hierba y natación), sino alguien bastante joven que escribe y escribía sobre filosofía, geoestrategia, economía social...
Ahora estoy en el momento de pulir mi entrenamiento, de crearme rutinas de entrenamiento, de dar un paso cualitativo más. Mejorar mi dieta e implicarme de verdad con mi cuerpo, pues este repercute mejor que nada en mi mente.
La conclusión a todo este rollo que os acabo de soltar es que el deporte es vía, causa y consecuencia del bienestar, de la felicidad y de la vida humana. Creo que los médicos en general deberían incidir más en el deporte como vía de curación, más allá de fármacos o reposos prolongados. Por no hablar del beneficio psicológico de mirarse y verse mucho más fuerte, saludable, guapo.
Sólo quería compartir esto con vosotros, que supongo que estáis sanos (algunos, a juzgar por las fotos, ¡mucho más que sanos!), pero también para aquellos que puedan leerlo y estén pasando un mal momento (sea psicológico, sea amoroso, sea laboral) y necesiten leer algo así, algo de verdad.
Salud
(nunca mejor dicho)
PD: Mi progresión es tan buena que hoy me he permitido "el lujo" de salir y compartir con mis amigos este y otros pensamientos, y quería al llegar compartirlos con vosotros y los que puedan leerlo.
Hace algunos meses me diagnosticaron ansiedad severa y fobias de impulsión. Eso significa que mi cuerpo y mi cabeza estaban constantemente en alerta, constamente ansiosos. Tener fobia de impulsión es sentir durante todo el día lo que sentiría un aracnofóbico al ver una araña, por poneros un ejemplo. Este tipo de enfermedades -las psicológicas- no son visibles y suelen llevar a la gente a la peor de las depresiones porque se sienten rechazados y sobretodo incomprendidos. Para otra persona, es fácil comprender el sufrimiento de alguien por una rotura visible, pero no entender una "enfermedad mental".
La exclusión y el aislamiento, fruto de la incomprensión propia y de los demás, hace que además de caer en depresión, las personas que lo sufren entren en un tipo de psicosis que les aleja cada vez más de la realidad. Se estima que más de un 80% de las personas que han tenido ese cuadro psicológico han tratado alguna vez de suicidarse o de auto-dañarse.
Yo trabajaba en una empresa pequeña en el departamento de finanzas, relación con los bancos y cobro a clientes. Ningún problema en el trabajo, ni tampoco sentimental; vamos, ninguno diferente al resto de los mortales. Poco a poco empecé a notar como ideas muy negativas surgían en mi cabeza, pensamientos sobre muerte, paranoias... Hasta que estos pensamientos se apoderaron de mi cabeza hasta el punto de sentirme completamente "esclavo" de esas ideas. Era, además, prácticamente incapaz de entrar en lugares cerrados, pero tampoco me sentía a gusto en lugares abiertos muy concurridos. Por la noche apenas dormía, y si lo hacía tenía pesadillas que me duraban casi incluso una vez despierto. Sin apenas dormir, trabajar era imposible y me dieron la baja indefinida tras un gran ataque de ansiedad por el que tuve que irme a urgencias (donde los calmantes tipo lorazepam no me hicieron ningún efecto, por ejemplo).
Yo sentía que vivía en una carcel de huesos y carne, me faltaba el aire y mi corazón parecía intentar salir de mi cuerpo. Mi cabeza pensaba de forma espiral y compulsiva, a veces con lucidez y otra con paranoias sin sentido. No podía soportarlo y sólo tenía dos opciones: o "irme de este mundo" o luchar. Decidí lo segundo, no por mí, sino por la gente que me quiere y a la que yo quería.
Asistí al mejor psiquiatra que me recomendaron, me sinceré con todos aquellos familiares y amigos a los que de forma inconsciente había hecho algún tipo de daño (nada físico, sino más bien haberles fallado) y junto a mi psiquiatra trazamos un plan de vida de cartujo o espartano: medicación para controlar la serotonina (los niveles los tenía descontrolados) y sobre todo un plan que se basaría en un horario estricto y ejercicio físico. Las endorfinas jugarían -y juegan- un papel fundamental en la salud mental de las personas, y estas se segregan en grandes cantidades cuando uno hace deporte.
Me levantaba (y me levanto, sigo con mi plan, es una batalla a largo plazo) a las 7 de la mañana, desayunaba (cosa que jamás hice antes, era un comedor compulsivo de mierda aunque jamás fui gordo) y me iba al poco rato a correr durante 30 minutos. Luego, tras un descanso, me iba/voy a nadar. Luego me recomendó lecturas sencillas (porque siempre tendí a leer filosofía y política y eso al parecer no era bueno para este -mi- momento), comer acompañado (normalmente con mi abuela, una gran mujer de 95 años que sigue igual de inteligente y guapa que cuando era joven) y luego la tarde para hacer más o menos lo que quisiese, como pintar al óleo que es una de mis pasiones (pero que tomada de forma obsesiva-compulsiva podría reactivarme el desorden). Tras pintar, realizo ejercicios con pesas en casa y ya sobre las 11 de la noche vuelvo a correr media hora.
Sí, sé que seguramente mi entrenamiento sea deportivamente hablando un desastre, por eso me inscribí aquí (además de actualizar mi ficha en el gimnasio que tenía medio abandonado). Sin embargo el hecho de hacer deporte me ha hecho sentir de nuevo "vivo". Cada vez que corro mejor, cada vez que siento que estoy en forma y que mi cuerpo me acompaña, me siento más vivo. Cada vez que supero pequeñas metas, tengo más ganas de vivir. Puedo decir, sin vacilar, que el deporte (y mi voluntad) me han salvado la vida.
El deporte es voluntad y superación, es la piedra base con la que se hacen grandes obras para el hombre. Más allá del resultado visible, más allá de la belleza, está el afán de ser mejores a través de unos mismos.
El deporte me ayudó a controlar mis horarios (dormir de noche, vivir de día, madrugar y no acostarme tarde), a controlar mi comida (ni saltarme comidas, ni comer mierdas o en exceso o compulsivamente)... En definitiva, a ser persona. Y esto no lo dice un fanático innato del deporte (aunque en el pasado practiqué hockey hierba y natación), sino alguien bastante joven que escribe y escribía sobre filosofía, geoestrategia, economía social...
Ahora estoy en el momento de pulir mi entrenamiento, de crearme rutinas de entrenamiento, de dar un paso cualitativo más. Mejorar mi dieta e implicarme de verdad con mi cuerpo, pues este repercute mejor que nada en mi mente.
La conclusión a todo este rollo que os acabo de soltar es que el deporte es vía, causa y consecuencia del bienestar, de la felicidad y de la vida humana. Creo que los médicos en general deberían incidir más en el deporte como vía de curación, más allá de fármacos o reposos prolongados. Por no hablar del beneficio psicológico de mirarse y verse mucho más fuerte, saludable, guapo.
Sólo quería compartir esto con vosotros, que supongo que estáis sanos (algunos, a juzgar por las fotos, ¡mucho más que sanos!), pero también para aquellos que puedan leerlo y estén pasando un mal momento (sea psicológico, sea amoroso, sea laboral) y necesiten leer algo así, algo de verdad.
Salud
(nunca mejor dicho)
PD: Mi progresión es tan buena que hoy me he permitido "el lujo" de salir y compartir con mis amigos este y otros pensamientos, y quería al llegar compartirlos con vosotros y los que puedan leerlo.