Toda la razón del mundo. Gran escrito de Cándido Moro.

Fenomeno

Inmortal
EL ESCUDO DEL... NATURAL

Por Cándido Moro

Hablar de culturismo dividiéndolo en dos vertientes, el natural y el otro, el asistido farmacológicamente, es algo que me desagrada. Pero, a pesar de todo, voy a hacerlo.
No espero ofender a nadie, ni sobre todo desencantar a ninguno que tras la lectura de estas líneas crea descubrir algo no tan positivo del culturismo.
Después de varias décadas dedicado a este deporte, sigo pensando que es la mejor actividad física que cualquiera, hombre o mujer, puede hacer. Punto. No voy a enumerar los montones de estudios clínicos existentes que demuestran la veracidad de esa aseveración, basándose en los innumerables beneficios que su practica reporta a la salud.
Pero, además, es la única forma de ejercicio que permite moldear el cuerpo a voluntad, si tienes la voluntad como para dedicarle el suficiente tiempo y esfuerzo. Hasta ahí estamos todos de acuerdo.
Otro tema que, guste o no guste, está ahí, como en muchísimos otros deportes, es el del dopaje; es decir del uso no tolerado de sustancias químicas que mejoran las prestaciones físicas, o en el caso del culturismo que aceleran el desarrollo de la musculatura. Los que están inmersos en este mundillo dan por sentado que entre los profesionales la practica totalidad de éstos hace uso de ese tipo de sustancias y muchos afirman que incluso en el mundo de la competición amateur está bastante extendida. Puede que así sea, pero de cualquier forma, no es mi intención ni mucho menos emitir ningún juicio sobre esas practicas, pero sí me gustaría decir alto y claro que los culturistas que lucen físicos imponentes son, ante todo, grandes atletas que se someten a sesiones muy duras, a dietas espartanas y que, por lo menos entre los propios culturistas, es de cobardes señalarlos con el dedo acusador y tratar de restarles el mérito que en justicia les pertenece, aludiendo que están grandes porque se ayudan.
He conocido a muchos que se han ayudado muy generosamente y jamás han ganado ninguna competición, ni su físico llegó a ser nada admirable. Después de tener un gimnasio durante muchos años, tuve, como la mayoría de los poseen, regentan o dirigen una sala, que soportar las sandeces y estupideces de los torpes de turno que se inscribían y señalando la foto de Arnold colgada de la pared espetaban “Quiero ponerme en forma y ganar músculo, pero no como ese”. Otros genios soltaban, “No quiero mover mucho peso porque me pongo enseguida que no entro en la ropa. A mí el músculo me crece demasiado”, como si desarrollar el músculo fuese fácil para nadie. Otros hacían el doble de lo que le decías, porque estaban ansiosos por progresar más y más y no querían esperar.
El punto que quiero subrayar es que la mayoría de toda esa gente que vendería su alma al diablo por tener el cuerpo que desean, no sólo no tienen los redaños para conseguirlo, a base de sudor y esfuerzo, sino que justifican su mediocridad y falta de riñones, descargando su bajeza sobre los verdaderos culturistas lanzando el consabido “Es que yo soy natural”.
Lo he podido comprobar a lo largo de los años. Cuando descubren el culturismo desbordan de ilusión y sueñan con un cuerpo de verdadero coloso, fuerte y musculado. El culturismo es su obsesión y el cielo en la tierra. Pero, amigo, cuando pasan los meses y hasta los años y comprueban que desarrollar una musculatura por encima de la media exige mucho esfuerzo y sacrificio cotidianos, entonces acaban abandonando su sueño y lo que es peor, son estos mismos los que ahora más lo degradan, especialmente aludiendo al supuesto dopaje, que desde ese momento es la norma de todos los que estén más grandes que ellos.
Es como la fábula de La Fontaine, la zorra y las uvas. El animal hambriento viendo un soberbio racimo de uvas se le hizo la boca agua y trató por todos los medios de hacerse con él, pero éste estaba tan alto que no hubo forma, así cansada de intentarlo una y otra vez, al final la zorra se detuvo, se fijó bien y exclamó, “Ahora que me fijo bien, no vale la pena porque no están maduras”.
En cierto sentido, muchos de los que justifican que no están muy grandes porque son naturales, sólo están usando ese pretexto como excusa para disimular o esconder su falta de agallas y de compromiso.
Qué hay quien se ayuda con sustancias prohibidas, bueno ¿y qué? Eso no desmerece a un atleta de elite. Que lo prueben ellos, a ver qué consiguen. Si mañana todos los culturistas recurriesen a las mismas ayudas, los campeones seguirían siendo los mismos.
Algunos después de años de ayudarse se van a competir a eventos naturales, porque en los demás no dan la talla.
Y todo eso no tiene por qué ser en ningún modo recriminable, pero lo que sí lo es, es que esta misma gente se conviertan en los peores detractores del culturismo, los que más dudas crean sobre todos los demás. Eso es lo realmente mezquino.
El culturismo es excepcional a todos los niveles y cada cual ha de encontrar el suyo y superarse físicamente.
Vivid y dejad vivir, disfrutad plenamente del culturismo... y por favor, abandonad ese escudo de lo natural para ensuciar a los demás.
Cualquier culturista merece nuestro respeto y admiración como deportista y sin prejuicios.
 
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Muy buen texto,cuantas veces se oye eso de: ??quiero ponerme fuerte pero no como esos (culturistas)'',como si fuera sencillo... buen aporte
 
Muy buen texto,cuantas veces se oye eso de: ??quiero ponerme fuerte pero no como esos (culturistas)'',como si fuera sencillo... buen aporte

Y cuantas veces se escucha eso del "Te vas a deshacer el hígado muchacho con tanta porquería que tomas.. Además esos cuerpos luego dan asco.."
 
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