CoteSan
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El más fuerte es Caupolicán:
Después de estas derrotas mapuches se reunió un gran Consejo en la Sierra de Pilmaiquén, este Consejo tenía por objetivo unificar en un solo mando a las fuerzas mapuches, con la elección de un toqui. Caupolicán fue elegido por su gran fortaleza física y valentía, era de rostro severo y tuerto desde la niñez. Según cuentan las tradiciones, Caupolicán tuvo que demostrar su fuerza ante los caciques, entre los que se encontraba Tucapel y Rengo, presididos por Colo Colo, sosteniendo un grueso tronco de árbol sobre sus hombros durante dos días y dos noches sin desmayarse antes de ser elegido toqui; Caupolicán fue el vencedor entre otros candidatos tales como Paicabí, Lincoyán y Elicura. Alonso de Ercilla lo inmortalizaría en La Araucana:
«Con un desdén y muestra confiada, asiendo el tronco duro y nudoso, como si fuera vara delicada, se lo pone en el hombro poderoso: la gente enmudecía maravillada de ver el fuerte cuerpo tan nervoso.
El calor de la Lincoya se le muda poniendo en su victoria mucha duda... El bárbaro sagaz despacio andaba, y a toda prisa entraba el claro día; El sol las largas sombras acortaba, más él nunca decrece en su porfía: al ocaso de la luz se retiraba, ni por eso flaqueza en el había; las estrellas se muestran claramente, y no muestra cansancio aquel valiente.»
Después de estas derrotas mapuches se reunió un gran Consejo en la Sierra de Pilmaiquén, este Consejo tenía por objetivo unificar en un solo mando a las fuerzas mapuches, con la elección de un toqui. Caupolicán fue elegido por su gran fortaleza física y valentía, era de rostro severo y tuerto desde la niñez. Según cuentan las tradiciones, Caupolicán tuvo que demostrar su fuerza ante los caciques, entre los que se encontraba Tucapel y Rengo, presididos por Colo Colo, sosteniendo un grueso tronco de árbol sobre sus hombros durante dos días y dos noches sin desmayarse antes de ser elegido toqui; Caupolicán fue el vencedor entre otros candidatos tales como Paicabí, Lincoyán y Elicura. Alonso de Ercilla lo inmortalizaría en La Araucana:
«Con un desdén y muestra confiada, asiendo el tronco duro y nudoso, como si fuera vara delicada, se lo pone en el hombro poderoso: la gente enmudecía maravillada de ver el fuerte cuerpo tan nervoso.
El calor de la Lincoya se le muda poniendo en su victoria mucha duda... El bárbaro sagaz despacio andaba, y a toda prisa entraba el claro día; El sol las largas sombras acortaba, más él nunca decrece en su porfía: al ocaso de la luz se retiraba, ni por eso flaqueza en el había; las estrellas se muestran claramente, y no muestra cansancio aquel valiente.»
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