guillotte
Miembro de honor
Como todas las hormonas es un producto del propio organismo.
La fabrica en la hipófisis, una pequeña glándula situada en la base del cráneo. Sus funciones son múltiples y su regulación compleja. Esquemáticamente se pueden distinguir entre funciones a largo y a corto plazo.
* Entre las funciones a largo plazo debemos destacar un aumento de la glucosa y de los ácidos grasos en la sangre, en cierto grado similar al que pueda ocurrir en pacientes diabéticos.
* Entre las funciones a corto, podríamos destacar el crecimiento de las células del individuo (tanto en número como en tamaño) provocando el aumento de todos los órganos con capacidad de crecer. En consecuencia, la hormona del crecimiento facilita el aumento de talla hasta que los huesos se consolidan y pierden su capacidad de elongación. Cuando esto ocurra, si se mantienen niveles altos de hormona del crecimiento (una enfermedad denominada acromegalia), los únicos órganos que podrán crecer serán los que posean tejidos blandos, como los cartílagos de la nariz, las orejas, la lengua, el hígado o los riñones... También se puede producir casos de engrosamiento de ciertos huesos como los de la mandíbula, las manos, o las vértebras, lo que puede llegar a encorvar la espalda (cifosis). Todas estas deformaciones dan al paciente que sufre esta enfermedad (acromegalia) un aspecto muy característico, compartido, curiosamente por más de un pivot de baloncesto.
Su utilidad en medicina es escasa.
Cómo en el caso de los anabolizantes, la utilización de la hormona de crecimiento en clínica podría ser muy interesante... ¡si no fuese por los problemas que causa!. Efecto diabetógeno, engrosamiento de huesos, aumento de ciertos órganos... En definitiva, la hormona del crecimiento sólo se utiliza en algunos casos de enanismo que son debidos a una pobre secreción de hormona.
La hormona del crecimiento ha sido utilizada por los deportistas causando graves reacciones adversas.
A principios de los 90 se popularizó entre los fisioculturistas, tanto por ser difícilmente detectable en los controles antidoping, como abaratar su precio al iniciarse su producción por ingeniería genética. Anteriormente se obtenía de la hipófisis de cadáveres y fue la responsable del contagio de la famosa encefalitis espongiforme de Kreufeld-Jacob (el mal de las vacas locas) a más de un enfermo.
A raíz de su uso descontrolado en algunos pacientes se detectaron un incremento de la incidencia de cáncer de páncreas, próstata y colón. También se ha detectado un caso de linfoma de Hogdkin en un ciclista que utilizó esta hormona.
-----------
Riesgos asociados al uso inapropiado
Con independencia de la irracionalidad de administrar hormonas en personas sanas, que tienen un nivel
de secreción normal, debe tenerse presente que dicho uso no está exento de riesgos que a largo plazo
pueden ser muy importantes. A continuación se citan los más relevantes:
1. Retención de fluidos. Esta acción sería la responsable de los efectos adversos sistémicos más
frecuentes asociados a su administración: edemas, artralgias, mialgias y parestesias.
2. Hiperglucemia -resistencia a la insulina. Puede ser necesaria la administración de insulina. A
dosis supra-fisiológicas no es descartable que a largo plazo pudiera inducirse una diabetes
3. Hipotiroidismo -de aquí que se aconseje la monitorización de la función tiroidea
4. Hipertensión intracraneal (pseudotumor cerebral) -Se manifestaría como cefaleas, náuseas'-;
vómitos y edema de papila que ocasionaría problemas visuales.
5. promoción del desarrollo de tumores:
Se sabe que la hormona del crecimiento aumenta los niveles séricos de IGF-I (Insulin-like
growthfactor) factor con actividades mitogénica y antiapoptótica comprobadas.
En diversos estudios epidemiológicos los niveles séricos elevados de IGF-I se ha asociado a
un incremento de riesgo de tumores de diversa localización (próstata, mama, colorrectales).
Por otra parte, algunos estudios han señalado un importante incremento del riesgo de
tumores colorrectales en pacientes con acromegalia.
La fabrica en la hipófisis, una pequeña glándula situada en la base del cráneo. Sus funciones son múltiples y su regulación compleja. Esquemáticamente se pueden distinguir entre funciones a largo y a corto plazo.
* Entre las funciones a largo plazo debemos destacar un aumento de la glucosa y de los ácidos grasos en la sangre, en cierto grado similar al que pueda ocurrir en pacientes diabéticos.
* Entre las funciones a corto, podríamos destacar el crecimiento de las células del individuo (tanto en número como en tamaño) provocando el aumento de todos los órganos con capacidad de crecer. En consecuencia, la hormona del crecimiento facilita el aumento de talla hasta que los huesos se consolidan y pierden su capacidad de elongación. Cuando esto ocurra, si se mantienen niveles altos de hormona del crecimiento (una enfermedad denominada acromegalia), los únicos órganos que podrán crecer serán los que posean tejidos blandos, como los cartílagos de la nariz, las orejas, la lengua, el hígado o los riñones... También se puede producir casos de engrosamiento de ciertos huesos como los de la mandíbula, las manos, o las vértebras, lo que puede llegar a encorvar la espalda (cifosis). Todas estas deformaciones dan al paciente que sufre esta enfermedad (acromegalia) un aspecto muy característico, compartido, curiosamente por más de un pivot de baloncesto.
Su utilidad en medicina es escasa.
Cómo en el caso de los anabolizantes, la utilización de la hormona de crecimiento en clínica podría ser muy interesante... ¡si no fuese por los problemas que causa!. Efecto diabetógeno, engrosamiento de huesos, aumento de ciertos órganos... En definitiva, la hormona del crecimiento sólo se utiliza en algunos casos de enanismo que son debidos a una pobre secreción de hormona.
La hormona del crecimiento ha sido utilizada por los deportistas causando graves reacciones adversas.
A principios de los 90 se popularizó entre los fisioculturistas, tanto por ser difícilmente detectable en los controles antidoping, como abaratar su precio al iniciarse su producción por ingeniería genética. Anteriormente se obtenía de la hipófisis de cadáveres y fue la responsable del contagio de la famosa encefalitis espongiforme de Kreufeld-Jacob (el mal de las vacas locas) a más de un enfermo.
A raíz de su uso descontrolado en algunos pacientes se detectaron un incremento de la incidencia de cáncer de páncreas, próstata y colón. También se ha detectado un caso de linfoma de Hogdkin en un ciclista que utilizó esta hormona.
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Riesgos asociados al uso inapropiado
Con independencia de la irracionalidad de administrar hormonas en personas sanas, que tienen un nivel
de secreción normal, debe tenerse presente que dicho uso no está exento de riesgos que a largo plazo
pueden ser muy importantes. A continuación se citan los más relevantes:
1. Retención de fluidos. Esta acción sería la responsable de los efectos adversos sistémicos más
frecuentes asociados a su administración: edemas, artralgias, mialgias y parestesias.
2. Hiperglucemia -resistencia a la insulina. Puede ser necesaria la administración de insulina. A
dosis supra-fisiológicas no es descartable que a largo plazo pudiera inducirse una diabetes
3. Hipotiroidismo -de aquí que se aconseje la monitorización de la función tiroidea
4. Hipertensión intracraneal (pseudotumor cerebral) -Se manifestaría como cefaleas, náuseas'-;
vómitos y edema de papila que ocasionaría problemas visuales.
5. promoción del desarrollo de tumores:
Se sabe que la hormona del crecimiento aumenta los niveles séricos de IGF-I (Insulin-like
growthfactor) factor con actividades mitogénica y antiapoptótica comprobadas.
En diversos estudios epidemiológicos los niveles séricos elevados de IGF-I se ha asociado a
un incremento de riesgo de tumores de diversa localización (próstata, mama, colorrectales).
Por otra parte, algunos estudios han señalado un importante incremento del riesgo de
tumores colorrectales en pacientes con acromegalia.
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