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Sal y obesidad
El líquido acumulado en los tejidos del cuerpo es una de las causas más frecuentes de obesidad, y la eliminación de éste requiere la escasez de la sal.
Si no hay sal, no hay sed ni necesidad de beber agua, así que el organismo recurrirá a quemar tejidos propios para formar esa agua que ya no se le aporta. Además, se orina mejor y se facilita la circulación sanguínea, es decir que también se frena la celulitis.
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Trastornos debidos a exceso de sal
Por indispensable que sea la sal, su exceso es nocivo y puede dar lugar a lesiones renales.
La causa del exceso de sal es generalmente debida a una alimentación demasiado salada. En general, cuando se come demasiada sal se registra una sensación de sed, restableciéndose el equilibrio al beber. Pero esto no ocurre si no se elimina la sal excesiva.
Los principales trastornos provocados por la retención de sal son los edemas (hinchazón de alguna parte del cuerpo) y, a veces, trastornos de la piel (erupciones, pruritos, etc.). Hay que añadir que el exceso de sal favorece la retención de agua y que, por esta razón, constituye una de las principales causas de la obesidad y de la hipertensión arterial.
La sal penetra en los millones de células que componen los tejidos del cuerpo y es perpetuamente batida por el torrente circulatorio. Los riñones y, en menor cantidad, la piel al sudar eliminan el exceso aportado por la alimentación. En una persona normal existe, pues, un equilibrio perfecto entre las entradas y salidas de sal. Sin embargo, este equilibrio es precario.
Cuando las funciones cardiaca y renal están perturbadas, el trastorno predominante será generalmente el de la retención de agua. Si esta retención es importante, se traducirá primero en los tobillos y más tarde en piernas, muslos y abdomen, por una infiltración blanda e indolente de la piel.
y tal y tal.
la sal en su justa medida.